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Carlos III, que era hijo de Felipe V y de su segunda esposa Isabel de Farnesio, había nacido en Madrid el 20 de enero de 1716.  Como sea  que  la  sucesión a la corona de España le correspondiera a su hermano mayor, Fernando VI, él recibió en herencia los ducados de Parma, Piacenza y Guastalla desde 1731, año en que abandonó España y pasó  a   tierras italianas, siendo más tarde proclamado   rey de Nápoles  y   de las Dos Sicilias  el  25  de agosto  de  1734, con   el  nombre de Carlos VII.

Por azares del destino, pocos años más tarde,  al fallecer   sin  sucesión  su hermano Fernando VI, ya viudo de la Reina doña Bárbara de Braganza, Carlos de Nápoles se vio llamado a ocupar el trono español en 1759,  abdicando entonces la corona napolitana  en el tercero de sus hijos, quien reinaría con el nombre de Fernando IV.

Llegado a Madrid en 1759 en compañía  de  su esposa   María Amalia de Sajonia,  Carlos III de Borbón  se encontró ante una ciudad pueblerina,  destartalada  y   oscura,  que no   ofrecía en modo alguno  la  dignidad requerida por una corte dieciochesca.  El nuevo  monarca  acometió   de forma decidida el embellecimiento de  la capital, atendiendo, de un lado, al trazado de grandes avenidas de recta perspectiva  y con abundante arbolado, como el Salón del Prado,   y de otro,  a  la reforma de las tortuosas y quebradas calles de la villa hasta donde fuera posible con el fin de  conseguir su mejor iluminación y ventilación. Asimismo, se ocupó de la pavimentación y creación de un sistema de limpieza y de la mejora de las condiciones de salubridad en el interior urbano, designando a tal fin al arquitecto Sabatini para que elaborara una   "Instrucción para el nuevo empedrado  y limpieza de las calles de Madrid",  normativa   que  el  rey  aprobó  en   mayo de  1761, ordenando su rápida implantación.

Fomentó asimismo Carlos III la investigación y la ciencia como claro testimonio de su vinculación a la Ilustración y a tal fin ordenó la construcción del Jardín Botánico, del Observatorio Astronómico y del Gabinete de Ciencias Naturales (hoy, Museo del Prado), además de la Escuela de Cirugía y el cercano Hospital General (hoy, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía).

Al igual que otros monarcas del Despotismo Ilustrado,  el  rey Carlos erigió monumentos públicos, como las puertas   de  Alcalá  y  de   San Vicente  (hoy desaparecida),   para  contribuir  al ornato de Madrid,  a  la  vez   que  dispuso  la construcción de grandiosos edificios de carácter administrativo como  la  Real Aduana  o  la Casa  de   Correos,  claros testimonios todos ellos del "mal de piedra" que, en frase célebre atribuida al marqués de Esquilache, padecía el rey.


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