Tit3.gif (2744 bytes)

 

fach.jpg (23660 bytes)

 

"Este suntuoso edificio de la Real Aduana, uno de los primeros ornamentos de la capital, sirve también acaso más que ningún otro a caracterizar el buen gusto artístico en el reinado del inmortal Carlos III. Fue concluido en el año de 1769 bajo los planos y dirección del brigadier don Francisco Sabatini, con el mismo objeto que hoy tiene de Aduana y oficinas de rentas reales, y muy pocos entre nuestros edificios públicos han correspondido mejor al intento para que fueron erigidos". Así se expresaba don Ramón de Mesonero Romanos acerca de la sede actual del Ministerio de Economía y Hacienda en la madrileña calle de Alcalá, en un artículo publicado el 10 de abril de 1836 en el Semanario Pintoresco Español.


L
a fachada principal de la Casa Aduana, de estilo neoclásico, que, en frase de Mesonero Romanos, es "ciertamente digna de un artista tan acreditado y sorprende alegremente por la armonía y belleza de su conjunto", se abre a la calle de Alcalá y tiene una superficie de doscientos sesenta pies de anchura por ochenta y ocho de altura. Asienta sobre un gran zócalo almohadillado de granito semejante al del Palacio Real, que abarca el sótano, la planta baja y el entresuelo, contribuyendo a acentuar la horizontalidad del edificio. El resto de la fachada es de ladrillo visto, en una alternancia de material y cromatismo muy característica de la arquitectura madrileña,y remata en una decorativa cornisa sostenida por ménsulas pareadas. En general, su estructura recuerda la de los palacios italianos, lo que no resulta extraño teniendo en cuenta el origen y formación de Francisco Sabatini, que realizó aquí un edificio de extraordinaria sobriedad y severidad arquitectónica.

En la parte baja se abren tres grandes puertas: la principal, con arco de medio punto y decorada con una cabeza de león en la clave, y las dos laterales, de menores dimensiones y adinteladas, componiendo, por su alternancia, un esquema semejante al de la madrileña Puerta de Alcalá, obra asimismo realizada por Sabatini entre 1764 y 1778. En los lienzos laterales existen otras dos puertas con arcos de medio punto e iguales dimensiones que la central, ornadas con sendas cabezas de león en la clave de cada una de ellas.

MIN.jpg (19675 bytes)

Sobre las puertas adinteladas y bajo el grandioso balcón corrido en la segunda planta existen dos huecos ocupados con sendas lápidas de mármol en las que figuran unas inscripciones, en latín y en castellano, relativas al destino del edificio, a su construcción y a su carácter de real encargo.

Contando el de los sótanos, la fachada tiene un total de seis órdenes de ventanas con diecisiete huecos en cada línea, que ofrecen un bien calculado ritmo, correspondiendo las del entresuelo o planta primera, aunque más cuadradas, al estilo de los "mezzanini" que tanto desarrollo tuvieron en la arquitectura italiana y que Juvarra y Sachetti emplearon en el Palacio Real, al igual que el propio Sabatini las utilizaría años después en el palacio de Godoy o del marqués de Grimaldi.

El piso principal presenta las ventanas rematadas con frontones triangulares y semicirculares, que se suceden de manera alternativa en un sistema rítmico de obligada referencia a la arquitectura romana de Miguel Angel.

En la parte central de esta planta noble destaca un corrido balcón al que se abren tres huecos y que sirve para acentuar el eje de la puerta principal. Soportado por cuatro grandes ménsulas, dos de ellas representando bustos de sátiros y las otras dos, de cariátides, el balcón está coronado por un espléndido escudo con las armas reales de Carlos III sostenido por dos figuras de famas.

Mini.jpg (23644 bytes)

La planta superior se abre a la calle merced a una amplia serie de ventanas idénticas a las de la planta principal, pero sin frontones de remate y sin el ligero ensanchamiento que aquéllas tienen en su parte alta.

Por último, y tras una imposta de extraordinaria sencillez, gruesas ménsulas pareadas soportan una muy volada cornisa de granito que, anclada en la más pura tradición de Vignola y recordando la del romano palacio Altieri, de Antonio de Rossi, acentúa la ya de por sí ostensible horizontalidad de la fachada. Entre los pares de ménsulas se abren unas pequeñas ventanas con un ligero molduraje que se ensancha ligeramente en la parte superior, significando, tal vez, una mínima concesión al todavía latente barroquismo de la época. Sobre la cornisa, en la que aparecen gárgolas en forma de cabeza humana con ritmo pareado coincidente con las ménsulas, se alza actualmente una nueva planta de moderna construcción apenas visible desde la calle, con lo que no se ha roto el aspecto principal de la fachada.

La fachada de la Casa Aduana madrileña guarda en general grandes relaciones en aspectos parciales con las de los palacios romanos y semejanzas de carácter más general con edificios como el palacio Aldobrandini, en lo que se refiere a la superposición de plantas, o con la Cancillería Vieja o con el palacio Sforza-Cesarini, en cuanto a las líneas generales de la fachada.

El edificio contiguo es el Palacio del Marqués de Torrecilla.


flech.gif (2010 bytes)